Volar sobre el pantano | ¿Para ser hombre no debes ser mujer, niño u homosexual?
Ciudad Guzmán, Jalisco. Jueves 21 de marzo de 2024. (Un Ojo en Zapotlán). ¿Para ser hombre no debes ser mujer, niño u homosexual? ¿las mujeres quieren ser hombres? ¿los homosexuales cisgénero no son hombres? ¿los niños cisgénero no son hombres?
Son preguntas que pueden abordarse socialmente a través de un análisis de la desconstrucción de los roles de género.
En una mentalidad machista, la figura masculina se percibe como un modelo a seguir para las mujeres desde temprana edad. En la infancia, nos vemos expuestas a los privilegios atribuidos a los hombres, los cuales, según esta perspectiva, parecen inmerecidos para nosotras. Esto lleva a la reflexión sobre la idea de “si hubiera nacido hombre”, sugiriendo que esa es la única barrera que nos impide alcanzar la igualdad de géneros.
Simone De Beauvoir en su obra “El Segundo Sexo” deconstruye las nociones tradicionales de género y feminidad, la deconstrucción de De Beauvoir involucra desafiar estas construcciones sociales que sitúan a las mujeres en una posición subordinada o en relación dependiente con los hombres.
Esta desigualdad también se respalda en la concepción del falo, argumentada por Sigmund Freud, que introduce la teoría del complejo de Edipo, tema filosófico y psicológico que no tocaremos el día de hoy, pero que nos introduce a la conversación sobre la identidad de género.
Abriendo el paso para una discusión moderna, los hombres y mujeres transgénero, ya que a la mente machista las mujeres transgénero no son completamente mujeres porque tienen un genital “masculino”, mientras que los hombres transgénero no son completamente hombres porque tienen la “falta” de uno. Reduciendo la identidad de género a genitales.
Claudia Paulina Beltrán Barragán.
Estudiante de la Licenciatura en Periodismo.
Centro Universitario del Sur.
En el caso de los niños varones, se establecen normas sociales restrictivas que sugieren que no deben ser emocionalmente “frágiles”, llorar o mostrar berrinches. Además, se les impone la idea de que no deben ser débiles físicamente ni depender de nadie, creando estándares perjudiciales desde una edad temprana. Estos estándares contribuyen a que los niños no sean considerados como hombres hasta que alcanzan cierta edad, marcando líneas fronterizas entre la niñez y la masculinidad.
Mientras que con los hombres homosexuales es diferente, lo pueden tener todo, la edad, la fuerza, el genital, los estándares machistas perjudiciales, lo único diferente es que atenta con una de las pruebas de masculinidad más grandes, una de las líneas fronterizas más fuertes entre niño y hombre, aman de manera pasional a otro hombre, en vez de a una mujer, lo cual lo hace menos macho.
Por otro lado, la experiencia de los hombres homosexuales está dentro de la misma normatividad machista, pero contiene ciertas diferencias que forman un caso desplazado, ya que pueden cumplir con diversos aspectos como la edad, la fuerza y los estándares machistas tradicionales. Sin embargo, se enfrentan a un desafío significativo: su orientación afectiva hacia otro hombre, en lugar de hacia una mujer, lo que, según la perspectiva machista, los coloca en una posición menos masculina. Para ser un hombre debes ser heterosexual, cisgénero y adulto.
Les invito, queridas lectoras y lectores a que identifiquen estas distinciones sociales en su cotidianeidad.
Volemos sobre el pantano de la masculinidad frágil.
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