Volar sobre el pantano – ¿La media naranja?
Paulina B. Barragán. Estudiante de la Licenciatura en Periodismo del Centro Universitario del Sur.
Ciudad Guzmán, Jalisco. Jueves 15 de febrero de 2024. (Un Ojo en Zapotlán). ¿Cuántos años las mujeres hemos sido adoctrinadas con la idea de encontrar nuestra media naranja?, encontrar al hombre que nos complete, que sea nuestra otra mitad, ¿nos complete?, ¿otra mitad?, ¿estamos hechas a la mitad?, ¿estamos incompletas?
Tal vez sea que tengamos estas ideas porque en la biblia está escrito cómo a Adán aparentemente le sobraba cuerpo y de su costilla Dios creó a Eva. O porque en la mitología griega los humanos éramos seres con dos caras, cuatro pies, cuatro manos y Zeus nos separó en un arranque de ira. O que supuestamente nosotras somos las emocionales y los hombres los racionales, entonces juntos nos completamos.
Pero no nos equivoquemos, queridas lectoras, no los completamos a ellos, bajo estas narrativas claramente machistas ellos nos completan a nosotras, recordemos que vivimos en una sociedad falocentrista, donde psicólogos como Freud explican con extensas investigaciones como nosotras tenemos un hueco donde ellos tienen carne de sobra.
El amor romántico al que hemos sido expuestas toda nuestra vida como la canción de fondo que se mantiene en bucle y las ideas en las que somos princesas que necesitan ser rescatadas deberían pasar a ser obsoletas para todas nosotras, sea cual sea nuestra generación, a la mujer se le ha educado para cuidar, servir, sostener, equilibrar, tapar, amar y olvidarse de tener una identidad, pero ¿Qué pasa cuando el príncipe se va?
No nos estanquemos, 7 de cada 10 mujeres en México son madres solteras, en porcentaje se considera el 11% y en números se trata de una cantidad de 4.18 millones de mujeres, y en 2022 la cantidad de divorcios anual fue de 166 766 mil, hemos sido acostumbradas a una búsqueda incansable e insatisfactoria de la persona perfecta para nosotras, inmovilizándonos en el denso lodo que termina siendo una arena movediza que te va hundiendo lentamente y descubriendo que jamás encontraremos a nuestra media naranja y que nos sintamos vacías porque necesitamos quién nos llene.
Las invito, mis lectoras, a descubrirse, formarse, valerse por sí mismas y apropiarse de su persona, a darse cuenta que todas estamos completas y no necesitamos que nadie más que nosotras mismas nos complemente, porque el jugo que contiene la naranja podría resultar en un líquido ácido y amargo por la desesperación de sentirnos amadas y llenas.
Volemos sobre el pantano en el que se nos ha impuesto estancarnos.
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