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La conservación del Parque Regional Natural Ucumari

La conservación del Parque Regional Natural Ucumari

Nos encontramos en la plaza Victoria en el centro de la ciudad de Pereira, Colombia del departamento de Risaralda. Somos dos chicas mexicanas y una colombiana nos acompaña a una tarde de senderismo en la reserva natural de la cuenca del río Otún y un bosque del mismo nombre que se distingue por su eficiencia en la conservación y por su historia construida por la comunidad.

Es una mañana nublada, no hace frío, pero el clima es húmedo, nos encontramos en una parada de camiones esperando una famosa “chiva”, no podría describirla porque jamás llegó, pero me explicaron que la chiva es un bus con mayor capacidad en la cantidad de personas para el viaje de una hora que se realiza hasta el lugar. En cambio nos subimos a un camión que va a Cedral.

Comenzamos a avanzar y poco a poco fuimos dejando la ciudad, escuchando más el cauce del río, nos adentramos al bosque y nos olvidamos del pavimento de las calles, pasamos de veredas a pequeños espacios donde había casas y después solo volvimos a mirar el río.

Uno pensaría que nos encontraríamos en otro lugar, pero jamás salimos de Pereira. Estábamos en una zona a la que denominan “corregimientos”, que consiste en comunidades alejadas de la ciudad, pero conectadas por veredas. 

Este corregimiento en especial es el hogar de comunidades pequeñas que han hecho de la conservación del territorio su fuente de empleo, han generado así una pertenencia al entorno natural que le llaman hogar.

Llegamos a una pequeña construcción en medio del bosque, la finca Buenos Aires, un lugar en donde encontramos parqueadero, baños, un lugar para comer y la vida silvestre junto a nosotros.

Iniciando el recorrido, se presentó un hombre de mediana estatura con notable acento colombiano, su nombre es Mauricio Ocampo, él fue nuestro guía e intérprete natural en el recorrido hasta la cascada “Los Frailes”, pero también quién nos explicó cómo se genera el ecoturismo desde la comunidad. 

Mauricio Ocampo es habitante del corregimiento de la Florida y es parte de la asociación comunitaria Yarumo Blanco, un grupo que prioriza la conservación del bosque y que generan ingresos a través del turismo de naturaleza. Mauricio nos explicó que en las zonas rurales como los corregimientos, las actividades económicas son pocas y la gente se ve obligada a desplazarse a la ciudad a buscar empleo, por lo que cuando la asociación se consolida en 2009, uno de los objetivos fue generar empleo local a través de la conservación del área natural.

“Estamos en la cuenca alta del río Otún, aproximadamente estamos a 1,800 metros sobre el nivel del mar, el río Otún es la arteria vital de la Ciudad de Pereira, (…) Pereira no tiene plan b en cuanto recurso hídrico y todas las estrategias se han dado visionando la protección del mismo”

El intérprete nos hace énfasis en lo importante que es la conservación del bosque ya que suministra a la ciudad de pereira de recurso hídrico, el gobierno le ha apostado a su conservación porque resulta beneficioso para la ciudad, pero a lo largo del tiempo la reserva ha pasado de entes públicos a privados que llegan con pocas visiones de conservación. 

“Desde que sales de la Florida, los bosques que ves de lado y lado, entran en diferentes categorías de conservación. Uno de ellos se llaman suelos de protección, que básicamente eran fincas que destinaban en conservación; (…) encuentras reservas de la sociedad civil, que son predios privados que tienen relicto de bosque nativo y ya aca en el punto que nos encontramos.”

“Estamos en lo que es el Parque Regional Natural Ucumari, un área con 3 mil novecientas ochenta y seis hectáreas; nuestros vecinos son el Parque Nacional Natural, se denomina Santuario de flora y fauna Otún Quimbaya con 4 mil ochocientas hectáreas; Barbas Bremen, del lado de allá (…) Campo Alegre, esos son como nuestros vecinos y todo esto hace parte de la zona amortiguadora del parque de los nevados que es el lugar de nacimiento del río Otún”.

Mauricio nos esclareció que la gran reserva se divide en parques y zonas que se manejan por diferentes categorías de conservación con dinámicas diferentes.

A simple vista, uno como visitante solo ve un gran bosque y para la vida silvestre es igual, Mauricio nos comentaba antes de comenzar el recorrido que era poco probable que nos encontramos con monos aulladores o dantas, porque es un área grande en la que la fauna viven libremente sin ellos intervengan y esto en especial es lo que ha convertido al parque Ucumari en uno de los lugares de mayor conservación: su respeto por vida del bosque.

El intérprete nos describió que en esta zona se tienen registradas 307 especies de aves de las cuales ocho son endémicas, al igual 67 especies de mamíferos entre ellos pumas, zorros y dantas.

Cuentan con una gran variedad de plantas que crecen naturalmente por las condiciones del bosque y la vida silvestre, una de las plantas que podemos encontrar es la palma de cera, una planta nativa de la zona con riesgo de extinción pero que es conocida por ser el árbol nacional de Colombia. 

Mauricio nos recalcó que la conservación que realizan es cuidando del territorio sin intervenir en él de formas agresivas y esto hace que la zona sea verdaderamente un bosque en el que la vida de la flora y fauna se reproduce libremente y de forma natural, no como otros lugares turísticos más visitados, pero en los que no se hace conservación como el reconocido Valle del Cocora.

Al igual que Mauricio, la comunidad permanece en el lugar porque es su hogar y se han capacitado en brindar un servicio de ecoturismo, pero con un control necesario y característico para evitar causar daños en la naturaleza.

“Nosotros vinimos a ser un aliado estratégico en la conservación de estas áreas en el manejo de ecoturismo comunitario, (…) el turismo de naturaleza ha venido tomando mucha fuerza, pero también ha sido un problema en el manejo de las áreas protegidas, porque el turismo masificado viene a generar impactos negativos sobre los ecosistemas.”

“Nosotros vinimos a ser esa parte de control de la misma área, manejamos una capacidad de carga con el objetivo de minimizar impactos sobre el sendero, entonces el sendero que nos lleva a la cascada tiene una capacidad de carga aproximadamente de 80 personas al día, pero como viste hoy solamente fuimos once personas con un guía.”

Se trata de que un grupo de entre diez a quince personas salga con un guía, por lo general no llegamos a esa capacidad de carga, (…) y se dejan ciertos espacios de tiempo entre guía y guía, (…) con el objetivo de no interferir en las actividades naturales de la fauna.”

Los recorridos que ellos ofrecen son desde senderismo hasta la cascada de los frailes con el acompañamiento de un intérprete natural que explica en el camino lo que se va encontrando y con instrucciones muy claras de no tocar ni llevarse nada para no alterar el ecosistema. El paseo finaliza en la misma finca de la que salimos y en el paquete que previamente se reservó nos incluyeron un desayuno típico de la región que es elaborado por cocineras de la misma comunidad que son parte de la asociación. 

El precio que tiene el recorrido es accesible para la población y es de este ingreso económico del que la asociación se sostiene para hacer la conservación y el pago a sus integrantes así como el mantenimiento del área, y aunque no ha sido una exagerada entrada de dinero, los integrantes tienen claro en mantener como prioridad la conservación del área natural.

“Siempre ha sido el objetivo de tener esto muy controlado, no queremos un turismo masificado en la cuenca que nos va a generar daños, entonces siempre en la cascada tenemos esa visión, por eso mismo se hace una reserva, por eso se le pide a la gente, cuando vienen y nos visitan así.”

“Se les da la tarjetita, llámenos y programe su visita con el objetivo de manejar una capacidad de carga, tener los guías disponibles para que sea una visita chévere, agradable para el visitante y que se sigan los protocolos, seguir unas recomendaciones de que cuando vengan acá no traigan a la mascota, que no vayan a dejar basuritas.”

El camino que ha recorrido la asociación para consolidarse en lo que hoy son no ha sido fácil, al principio comenzaron con el Santuario de flora y fauna Otún Quimbaya, manejado por el Ministerio de Ambiente en Colombia, pero la asociación hoy es parte del Parque Regional Ucumari ya que lograron establecer un convenio con Aguas y Aguas de Pereira [empresa de acueducto de la ciudad] que tiene predios en conservación y con la Corporación Autónoma Regional de Risaralda (Carder) con quienes se organizaron para tener los permisos de permanecer en el territorio y poder ofrecer los servicios de ecoturismo en el lugar.

Después de finalizar la pandemia del COVID-19 se vieron obligados a salir del Santuario por políticas de Parques Nacionales en la que financieramente afectaban a la asociación, pero esto resultó ser una oportunidad en que la comunidad incluiría en el ecoturismo, pero sin dejar de lado que la gran dificultad que tienen es la falta de apoyo financiero del gobierno.

“La asociación viene de dos organizaciones base, una asociación llamada soledad de montaña, que era un grupo de pelados del corregimiento que se encargan del tema del turismo (…) y un grupo de señores y señoras de acá de la vereda de la suiza que se encargaban de prestar los servicio de restaurante y hotelería aca en el Santuario de flora y fauna Otún Quimbaya.

“Ambos grupos iniciaron lo que es el santuario, (…) en ese tiempo se inició lo que es el conocimiento popular que se llama ciencia ciudadana, empezó a haber conocimiento científico sobre plantas, sobre animales, la gente se empezó a apropiar de ese conocimiento y empezó a generar un valor agregado a los mismos recorridos.” 

“En el 2005, Parques Nacionales cambió su visión y sacó de nuevo a la comunidad, ingresa un operador privado, (…) [el operador privado] abandona lo que es el parque y Parques Nacionales vuelve a llamar a la comunidad, pero esta vez con otro enfoque.”

“El enfoque era, ‘muchachos vengan reúnanse con el grupo de señores y señoras de acá de la vereda y soledad de montaña, necesitamos que se unan y formen una sola organización’. Ahí es donde nace en el año 2009 lo que es la asociación comunitaria Yarumo Blanco y nos dan un contrato de diez años para operar el santuario flora y fauna.”

“Nosotros no seguimos allá porque cambiaron las políticas, terminó el contrato y cambiaron las políticas nuevamente que financieramente no era viable para la asociación, estábamos saliendo de una pandemia, la asociación estaba en quiebra, mientras a nivel nacional estaban dando apoyos a las empresas, en el tema comunitario en los parques nacionales fue al contrario.”

Y como el río Otún que nace y resiste en la zona y le da vida a su alrededor, la Asociación Yarumo Blanco y la comunidad permanecen en el territorio, adaptando su estilo de vida en busca de la conservación y creando reflexiones desde ella.

“Hay un valor agregado en incluir a la población local en las estrategias de conservación, ¿quién va a cuidar mejor un lugar más que las personas que se criaron en ese sitio?”

“Además estas estrategias van enfocadas en sensibilizar a la gente en la importancia de la misma, ahorita nos encontramos en el camino a unos compañeros que están haciendo las actividades de guardabosques y uno de ellos, su abuelo fue una de las personas que taló, sacó carbón de acá, cazó y ven en sus nietos conservacionistas, guías de naturaleza, observadores de aves, cambian totalmente los roles y las dinámicas que hay en estas áreas de conservación”

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